Monta sexual: receptividad, fijación y errores comunes
La verás con fijación intensa: el macho parece “obcecado”, pupilas dilatadas, ignora el entorno. En hembras, la receptividad puede verse cuando ladean la cola, permitiendo el acceso.
Qué no hacer: castigar a lo loco.
Qué hacer: gestión de espacios (separar cuando no toca), trabajo de calma y rutinas; si hay celo, planifica paseos y evita contextos que disparen la conducta.
Monta por juego: posturas blandas y alternancia
Aparece en medio del juego y no rompe la dinámica. El perro montado mantiene boca entreabierta, postura normal y, al parar, ambos siguen jugando.
Clave: si el otro está cómodo y hay turnos, no dramatices.
Monta para bajar la excitación del otro
Un adulto equilibrado puede montar con movimientos lentos, mirada sostenida y sin fijación excesiva. Es como decir: “baja una marcha”.
Tu papel: si el “regulado” acepta (se sienta, aminora), puedes dejarlo; si se incomoda, separa y ayuda a la calma.
Monta por rango social: por qué huele a conflicto
Suele darse entre individuos de temperamento parecido. Cuerpos tiesos, pasos lentos, miradas laterales; puede escalar. No es “el mal absoluto”, pero es más volátil.
Gestión: corta con calma, dispersa tensión (pista de olfato, caminar paralelo), evita “echar leña” con gritos.
Monta por descarga de estrés/excitación crónica
El perro vive en modo turbo y monta “cualquier cosa”: cojines, cama, piernas, otros perros. Es rápida, eléctrica y tensa.
Solución: no es “un truco” sino un plan de vida: sueño suficiente, previsibilidad, trabajo de olfato, ejercicio que no dispare, entrenamiento de autocontrol.