
Mi cachorro muerde mucho
Los cachorros, al igual que los niños, exploran el mundo con la boca. En esta etapa de su vida, la mordida es su forma de conocer el entorno, liberar energía,
Viajar con un perro en coche puede ser una experiencia fantástica… o una auténtica pesadilla. Lo que marca la diferencia no es el tipo de coche, ni el destino, ni siquiera el tiempo de trayecto: es cómo vive tu perro ese momento. Y créeme, hay muchas formas de hacerlo bien, pero muchísimas más de hacerlo mal.
En esta guía no solo vamos a hablar de seguridad y normativa (eso ya lo cubren otros). Aquí vamos a entrar de lleno en la mente de tu perro y enseñarte, paso a paso, cómo lograr que subirse al coche sea tan normal como salir a pasear.
El coche, visto desde los ojos de un perro, no tiene ningún sentido lógico. Es un espacio cerrado, artificial, que se mueve sin que él se mueva, donde los olores cambian y las cosas pasan rápido por la ventana sin explicación.
Y aquí viene lo interesante: casi todos los problemas que un perro puede tener con el coche tienen origen en su primera exposición al vehículo. A veces ocurre siendo cachorro, otras veces siendo adulto adoptado… pero siempre tiene un inicio mal gestionado.
Hay tres grandes motivos por los que un perro puede pasarlo mal en un coche:
Y sí, la mayoría de estos problemas no son culpa del perro. Son consecuencia directa de no haber planteado el coche como un entorno que hay que enseñar, igual que enseñas a sentarse, a caminar con correa o a quedarse solo en casa.
Más allá de las sanciones (sí, hay multas por no llevar al perro bien sujeto), lo que debería preocuparnos es su seguridad física y su salud emocional.
Ejemplo real: metes al perro por primera vez en el maletero, con una funda de goma para que no lo manche todo. Arrancas. Primera curva. El perro se va de lado. Se golpea. Intenta agarrarse. Clava las uñas. Se resbala más. Y empieza a asociar el coche con tensión, miedo o inseguridad.
Esto pasa muchísimo más de lo que imaginas, especialmente en coches SUV urbanos que no tienen espacio cerrado ni sujeción adecuada. Y lo peor es que ese malestar inicial crea una asociación negativa automática con el coche. A la siguiente vez que lo subes, ya va tenso. A la tercera, empieza a resistirse. A la cuarta, ladra, tiembla o se niega a entrar.
La parte emocional también pesa. Muchos perros se alteran simplemente porque nadie les explicó qué se espera de ellos dentro del coche. No saben si deben estar quietos, si pueden moverse, si pueden mirar por la ventana. Su mente se acelera, su cuerpo también, y el viaje se convierte en una lucha.
Y ahí entramos nosotros. Porque este tipo de cosas sí se pueden enseñar y reconducir, pero requiere hacerlo bien, con estructura y paciencia. Vamos a ello.
Antes de poner la primera marcha, hay algo que necesitas tener claro: los primeros acercamientos al coche deben ser sin moverlo. Ni un metro. Coche completamente parado, motor apagado, puertas abiertas.
¿Por qué? Porque los perros necesitan tener una vía de escape emocional y física. Si el coche está cerrado, no la tienen. Eso genera tensión. Si abres puertas y dejas que el perro explore, huela, entre y salga libremente, empieza a sentirse en control.
Utiliza comida (no juguetes, que excitan demasiado). Premia por acercarse, por olisquear, por mirar dentro. No esperes que se suba directamente al asiento. Premia la iniciativa, no el resultado final.
Un ejemplo perfecto: dejas premios en la alfombrilla del asiento trasero. El perro se asoma, ve uno, lo coge. Le echas otro. Se sube. No dices nada, no le animas exageradamente. Solo refuerzas el comportamiento tranquilo y voluntario.
Haz esto durante 15-20 minutos. Que entre y salga. Que huela. Que vea que allí no pasa nada raro. Este tipo de interacción crea una base emocional segura que será clave en los siguientes días.
Este es el protocolo exacto para enseñar desde cero a un perro a ir en coche… o para reeducar a uno que ya lo pasa mal.
Este sistema funciona incluso con perros que ya tienen problemas graves con el coche, aunque en esos casos tendrás que repetir algunos días más veces o ir más lento. Pero los principios son los mismos.
El transportín no solo es el método más seguro de llevar al perro en coche, también es una herramienta emocional clave.
Muchos perros se alteran simplemente por lo que ven moverse fuera del coche. El transportín reduce esa sobre estimulación. Les da un espacio limitado, sin distracciones, con menos ruido y más contención. Para un perro con ansiedad, eso puede marcar la diferencia.
Además, en caso de accidente, es la única forma real de proteger su cuerpo ante un impacto. Nada de correas en el asiento, nada de maleteros abiertos. Transportín bien asegurado en el maletero, o en el suelo del asiento trasero si es pequeño.
Y sí, puedes enseñarle a entrar al transportín de forma amable, igual que al coche. Refuerzo positivo, premios dentro, rutina y calma.
No todos los perros que vomitan lo hacen por ansiedad. A veces es una cuestión puramente fisiológica, igual que pasa con algunos humanos. Y en esos casos, no sirve de nada enseñar ni reforzar.
¿Cómo distinguirlo?
Para los casos de mareo físico, lo mejor es consultar con el veterinario y usar medicación antiemética. No es un fracaso, es cuidar su bienestar.
Eso sí, si el mareo viene porque el perro va de pie, se tensa, intenta agarrarse y pierde el equilibrio, sí se puede corregir enseñándole a tumbarse y mantenerse estable durante el viaje.
Y sobre todo: ir con prisa. Enseñar a ir en coche es igual de importante que enseñar a no tirar de la correa. Es una habilidad que requiere tiempo, estructura y empatía.
Y si viajas solo, puedes preparar una rutina previa: paseo largo + trabajo de olfato + coche. Así llegará más relajado y predispuesto a dormir.
No importa si tu perro es cachorro, adulto, o si ya tiene malas experiencias con el coche. Con tiempo, calma y estructura, puedes cambiar por completo su relación con los trayectos.
Y recuerda: la clave no es solo la normativa, ni la herramienta que uses. La clave es cómo vive tu perro ese momento. Y eso depende de ti.
Hazlo bien. Enséñalo bien. Y tendrás un compañero feliz, tranquilo y seguro en cada viaje.
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El paseo diario no solo cumple con el ejercicio físico; es fundamental para la estimulación mental y la conexión emocional entre el perro y su humano. Durante el paseo, los
A menudo se subestima el impacto positivo que pueden tener en nuestras vidas, así que vamos a descubrir algunos de sus «superpoderes» que los convierten en compañeros ideales.
Los perros han sido nuestros compañeros durante milenios, compartiendo no solo nuestros hogares sino también nuestras vidas cotidianas.
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